Llevo varios meses con el brain a una velocidad vertiginosa y os comunico (a los que no os hayáis dado cuenta si es que queda alguno) que va incluso más veloz de a lo que acostumbro (y acostumbro a velocidades top mil millones al cubo). Lo de “pienso, luego existo” lo llevo a rajatabla y estoy existiendo más que nunca y a todo trapo. Aunque lo bueno de todo esto y lo que me mantiene zen es que existe una razón behind all this. Y es que, señores y caballeras, mi alma, mi cuerpo, mis entrañas, todas mis energías y hasta mi último pelo del bigote (sí, amigos, no lo veis porque en este país no hay luz enough) me han instado a hacer un cambio radical en mi vida. Un cambio de los de dar volteretas ninja, un cambio de los de “Joder, qué susto, ¿qué carajo estoy haciendo?”, un cambio de esos de “con dos cojones (y más susto que vergüenza)”, un cambio de los de quedarte con el culo al aire. Sin más. Así que aquí ando, con la lengua fuera y montada en una montaña rusa a todas horas. De arriba abajo y de abajo arriba. Pero feliz.
Y para celebrar este salto vital que me ha costado milenios dar (el cual prometo relatar con pelos y señales) y gracias a los que han sido mis compañeros de fatigas durante años, me voy a tirar de un avión. Como lo leen ustedes, me tiro en paracaídas. Y punto. Y voy a dar un salto LITERAL y a celebrar este cambio por todo lo alto (nunca mejor dicho). Así, sin más. MAÑANA. Sin anestesia. Tal cual. Volando voy, volando vengo. Y NO HE ESTADO MÁS ACOJONADA EN MI VIDA. Tanto que de repente he sentido la gran necesidad de escribir algo antes de emprender el viaje a la drop zone, por si me da por desaparecer del planeta de esta manera tan surrealista. Para decirle a todo el mundo que la vida es maravillosa aunque a veces quiera uno mandarlo todo a tomar por culo. Pero que salga el sol por Antequera, señores y caballeras. Que yo mañana VUELO.
(Pd: gracias INFINITAS a todos mis compañeros de F+P por permitirme vivir esta experiencia.)