Wednesday, October 22, 2008

Losing my mind...... (and my jacket)



Despistado, da.


(Del part. de despistar).


1. adj. Desorientado, distraído, que no se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor.


Durante toda mi vida este ha sido uno de los adjetivos que mejor me han descrito. Ni me acuerdo de las veces que mi padre me solía regañar por mis despistes. Despistes que, no pocas veces, le han supuesto una pérdida ecónomica....No sabría decir con exactitud cuántas calculadoras me ha tenido que comprar durante toda mi vida académica............Pero sus regañeras jamás me hicieron cambiar. Yo seguía haciendo mis exámenes y dejándome la calculadora abandonada en el aula, esperando a que algún listillo de turno la encontrara y, lejos de llevarla a objetos perdidos, la usara......preguntándose como podían caber tantas fórmulas escritas en la parte trasera.


Y es que ser despistado es algo difícil de llevar. Los que no lo son creen que es una falta de atención, que es dejadez, que es algo que se puede cambiar. Te martirizan con frases como la de "es que tendrías que poner más atención".........Pues, no, señores, no.....El despistado nace, no se hace. Y puedes poner toda tu energía interior en juego, que, por mucho que lo intentes, seguirás siendo despistado hasta el fin de los tiempos. Y, o lo aceptas, o entras en un bucle de autoflagelación insoportable....... Y es que yo, a mis casi 28 años, aún no he aceptado mi faceta despistada y me paso los días culpándome de perderlo todo......... Creo que si recuperara todas las cosas que he perdido a lo largo de mi vida y las pusiera en venta saldría de mi crisis y podría vivir sin trabajar durante años.....


La última, esta misma mañana.....Me he levantado para ir a desayunar con mi Mariquilla y cuando, con el párpado aún a mitad de ojo, me he dispuesto a coger mi chaqueta para salir a la calle he descubierto que la chaqueta había desaparecido. Y yo........yo es que no me lo explico. No soy capaz de entender cómo es posible que pierda una chaqueta cuando salgo a la calle menos que un oso en época de hibernación. Yo ayer la tenía, y hoy.......hoy ya no está............Así que: o mi chaqueta tiene vida propia o a mí se me está yendo la cabeza, pero puedo asegurar que esto roza ya límites surrealistas. Y al listillo que me diga que preste más atención le diré que si cree que me hace gracia perder una chaqueta (y es que no es una........es una detrás de otra).....


En fin, creo que va siendo hora de aceptar que soy despistada, que seguiré perdiéndolo todo por más que intente evitarlo y que mi look seguirá cambiando según mi despiste.

Sunday, October 12, 2008

¿Peso o levedad?

La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?


El mito del eterno retorno viene a decir, per negationem, que una vida que desaparece de una vez para siempre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan. No es necesario que los tengamos en cuenta, igual que una guerra entre dos Estados africanos en el siglo catorce que no cambió en nada la faz de la tierra, aunque en ella murieran, en medio de indecibles padecimientos, trescientos mil negros.


¿Cambia en algo la guerra entre dos Estados africanos si se repite incontables veces en un eterno retorno?


Cambia: se convierte en un bloque que sobresale y perdura, y su estupidez será irreparable.
Si la Revolución francesa tuviera que repetirse eternamente, la historiografía francesa estaría menos orgullosa de Robespierre. Pero dado que habla de algo que ya no volverá a ocurrir, los años sangrientos se convierten en meras palabras, en teorías, en discusiones, se vuelven más ligeros que una pluma, no dan miedo. Hay una diferencia infinita entre el Robespierre que apareció sólo una vez en la historia y un Robespierre que volviera eternamente a cortarle la cabeza a los franceses.


Digamos, por tanto, que la idea del eterno retorno significa cierta perspectiva desde la cual las cosas aparecen de un modo distinto de como las conocemos: aparecen sin la circunstancia atenuante de su fugacidad. Esta circunstancia atenuante es la que nos impide pronunciar condena alguna. ¿Cómo es posible condenar algo fugaz? El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia; todo, incluida la guillotina.


"La insoportable levedad del ser" Milan Kundera