Saturday, April 29, 2017

The effectiveness of Mindfulness


Quien me conoce sabe que he sido siempre una persona hiperactiva y nerviosa hasta decir basta. Y es que, desde que era una niña, he sido alguien que no ha podido parar de hacer cosas, de aprender, de inventar, de buscar razones, de darle vueltas a todo, de subirme a la montaña rusa de las ideas y no saber bajar de ahí (estoy segura de que mis padres se dejaron la mitad de sus ahorros en actividades extraescolares para mantenerme entretenida durante mi infancia).Y, sí, esto puede parecer excitante y maravilloso (y de hecho lo es en la mayoría de ocasiones), pero tiene un “dark side” bastante potente y del que he sido víctima desde que tengo uso de razón: la ansiedad.

Y es que no hay cosa más incómoda que tener esa sensación de intranquilidad contínua, esa falta de calma y ese no saber encontrarla. Y, sobre todo, esa impotencia al escuchar frases del tipo “relájate y no pienses” y darte cuenta de que algo que resulta tan obvio para otros es difícilmente accesible para tí.

1. MI BÚSQUEDA

No soy alguien que se rinda fácilmente y siempre pensé que si mucha de la gente de mi alrededor tenía la capacidad de calmarse sin mucho esfuerzo, debía de haber entonces alguna herramienta que me ayudara a calmarme a mí también (whatever it was). Así que empecé mi búsqueda, una búsqueda que consistía en encontrar algo que me llevara a un estado en el que no estuviera entrando y saliendo de esos loops arrolladores de pensamiento y nerviosismo non stop.

Y probé de todo: terapias de unas corrientes, terapias de corrientes opuestas, libros de autoayuda (y hay algunos que “autoayudan” un poco, pero hay mucho libro non sense), terapias de grupo (las cuales, por cierto,me hacían sentir como Edward Norton en The Fight Club), psicoanálisis, ejercicio, tés de hierbas, valeriana, videos de youtube, punto de cruz, hacer el pino con las orejas… Y, bueno, después de mucho tiempo, mezclando unas cosas con otras y haciendo encaje de bolillos con las diferentes opciones que probé llegué a una “cierta” calma (un poco fake, he de decir), así que decidí parar de buscar y resignarme a pensar que esa tranquilidad “plena” que me mostraban muchas personas era inaccesible para mí.

Pero, por suerte, como en casi toda búsqueda, la solución llegó. Y llegó de repente, en un momento en el que ni siquiera estaba buscándola. Un momento inesperado en el que encontré lo que no sabía que necesitaba: Mindfulness.

2. IDEAS PRECONCEBIDAS.

Seré sincera y contaré la historia tal y como fue porque, aunque creamos que somos muy abiertos en la vida y estemos seguros de ello cien por cien, hay veces en las que los prejuicios nos juegan malas pasadas y nos apartan de cosas que nos benefician sin que ni siquiera nos demos cuenta. En mi caso hacía tiempo que alguien (alguien muy listo) me había recomendado que practicara Mindfulness para controlar mejor mi ansiedad. Me habló de meditación, pero a mí eso me sonó a vestirme de naranja, raparme la cabeza y ponerme a oler incienso sin parar (y ok al incienso y al naranja, pero a mí mi pelo que no me lo toquen, que soy como Sansón), así que lo descarté sin darle más tregua.

Después de ese sabio consejo (rechazado por mis prejuicios) mi vida y el tiempo siguieron pasando (con momentos más ansiosos y momentos un poco menos, como siempre había sido). Hasta que llegó un día en el que quizá por aburrimiento, quizá por curiosidad, me instalé una aplicación en el teléfono que tenía ejercicios de relajación (o eso es lo que yo creía). Diez minutos al día, diez días. Así de fácil. Estaba en ese momento pasando una época bastante estresante en el trabajo (supongo que esa sería la razón inicial que me hizo instalar la app), con lo cual decidí probarlo, por si sonaba la flauta de la tranquilidad.

Y vaya si sonó! Me hice los diez días de ejercicios y ya desde el primero sentí una calma que no había sentido nunca (y prometo que esto no es exageración de andaluza) y una sensación de tranquilidad que no había tenido jamás ni durmiendo (vale, quizás eso sí parece exagerado, pero de verdad que no miento).El caso es que esta nueva sensación, obviamente, me dio pie a investigar, a informarme más y a descubrir, no sólo que la app estaba basada en el concepto de Mindfulness, sino que además llevaba meditando diez días sin tener ni idea de que lo estaba haciendo (y, lo más importante de todo, sin haberme tenido que rapar la cabeza).

3. CONCEPTO DE MINDFULNESS

Obviamente no soy una experta y no quiero ir de erudita por la vida, pero después de haberme hecho varios cursos, haberme leído algunos libros y de haberlo practicado durante casi dos años, me voy a atrever a definir en qué consiste el Mindfulness y a explicar por qué practicarlo me ha llevado a encontrar la calma que llevo buscando durante casi toda mi vida.

Por experiencia propia sé que la raíz principal de la ansiedad y el estrés es el hecho de no poder parar de pensar. Pensar en lo que te queda por hacer, en lo que vas a hacer después de que termines lo que te queda por hacer, en lo que hiciste antes de hacer lo que te queda por hacer, en lo que harás mañana, en lo que hiciste a las tres de la tarde del 9 de Agosto de 1997, en lo que le dijiste a tu madre hace dos semanas, en lo que le dirás a tu compañero de trabajo, en si ese al que le mandaste el mensaje lo habrá leído, en si si lo ha leído por qué aun no ha contestado, en si deberías mudarte a una isla paradisiaca o al Congo Belga o en si deberías quedarte bajo la lluvia para siempre, en si es mejor tener el pelo rubio o moreno…y así… non stop.

La práctica del Mindfulness, entre otras cosas, se basa principalmente en aprender a convivir con esos pensamientos, a no dejar que te afecten y a no agarrarte a ellos como clavos ardiendo. No se trata de NO pensar, que es lo que yo llevaba intentando hacer desde siempre sin éxito, sino de aceptar que tus pensamientos están ahí y que no pasa nada porque estén. Se trata de despegarte de tus pensamientos y dejarlos pasar, como si fueran trenes en los que decides no montarte. Y esto, para los que tenemos la cabeza produciendo pensamientos a velocidades de vértigo, es maravilloso.

Para aprender a dejar pasar estos pensamientos y poder llegar a esta aceptación la herramienta fundamental es una conexión continua con el presente (carpe diem, como siempre nos han dicho) y mediante esa conexión se consigue calmar al “yo pensante” ¿Y diréis, pero cómo? Pues con dos herramientas fundamentales:

Práctica formal: esto es la meditación en sí. Hay muchas maneras de meditar (sentado, andando, con un audio de guía, poniendo postura a lo Dalai Lama, sin audio, de pie…), pero en todos los casos se intentan buscar puntos de conexión con el presente, normalmente a través de tu cuerpo (por ejemplo a través de la respiración, del contacto, de los ruidos alrededor, de los olores). Y sin duda cuando meditas te vienen pensamientos a la cabeza(a mi me vienen mil millones), pero el truco está en volver a concentrarte en el presente cuando te das cuenta de que tu mente se ha ido a otra parte. Y puedo asegurar que diez minutos al día son suficientes para que al cabo de poco tiempo esos pensamientos sean menos ruidosos e invasivos.

Práctica informal: esta es mi parte favorita (y eso que adoro la meditación). La parte informal del Mindfulness usa la curiosidad como conexión con el presente y ésta es una práctica que puedes llevar a cabo todo el tiempo. Te enseña a fijarte en tu alrededor, a sentirlo con todos tus sentidos, como si fuera la primera vez, como si fueras un niño (los niños son las personas que más conectadas con el presente están sin lugar a dudas). Y de repente escuchas pájaros, aviones, niños jugando, motos, coches, y de repente hueles más la comida que comes cada día y saboreas cada sabor con más interés, y ves más los colores, y las formas, y de repente todo es más divertido de lo que era antes porque te fijas en todo a tu alrededor de una manera nueva. De una manera curiosa. Y lo mejor de todo y lo más importante sin lugar a dudas es que es una manera que te permite dejarle de prestar atención a tus pensamientos. Porque tus pensamientos no son tu presente. Porque tus pensamientos sólo son eso: pensamientos. Y de repente la ansiedad se va. Y de repente no hay tantas preocupaciones. Y de repente estás tranquilo. Y punto.

4. CONCLUSIÓN

Creo que las cosas si no salen de manera natural no son buenas y que uno puede aconsejar, pero no imponer. Así que,al igual que yo decidí no practicar Mindfulness en el momento en el que me lo aconsejaron, nadie debería hacerlo si no siente que quiere probarlo o si no piensa que es algo que le puede funcionar. Pero aun así yo no me quedo sin recomendárlo con todas mis fuerzas. Porque es una práctica positiva, fácil, sana, divertida, estupenda, maravillosa y una gran ayuda para lidiar con las preocupaciones y el estrés que nos rodea todo el tiempo hoy en día (y más viviendo en una ciudad como London, ¿no os parece?).



Y ole.