Friday, April 24, 2009

Justicia

-Yo -dijo Jesús- pienso que eres un hombre justo.

- En esto te equivocas. Yo no creo en la justicia. La justicia es un concepto platónico. No sé si me entiendes: una idea , nada más. Por otra parte, aunque no oculto mi inclinación por la filosofía, sólo soy un estudioso de las leyes de la Naturaleza, lo que Aristóteles denomina con propiedad un fisiólogo. Y si algo he aprendido es esto: que la Naturaleza no es justa ni la justicia es parte del orden natural. En el orden natural, al que pertenecemos todos, el animal más fuerte se come al más débil. Por ejemplo, un león, si tiene hambre, se come un ciervo o un ave estruz, y nadie se lo reprocha. Luego, al envejecer, el león pierde sus fuerzas y los ciervos o las aves estruces entonces se lo podrían comer si quisieran. De este modo reestablecerían la justicia, pero, ¿acaso lo hacen?

-No- dijo Jesús-, porque son hervíboros.

-Pues ahí lo tienes. No hay justicia en el orden natural. Ni en el sobrenatural. También los dioses se comen los unos a los otros. No con frecuencia, bien es verdad. Que yo sepa, sólo Saturno se come o se comió a sus hijos. Pero ya ves que ni siquiera los dioses se libran de la desigualdad. Claro que vosotros no creéis en los dioses. Pero lo del león vale igual para creyentes y no creyentes. ¿Lo has entendido?

-No, raboni.

-No importa. Ya lo entenderás. Y no me llames raboni.


"El asombroso viaje de Pomponio Flato", Eduardo Mendoza.

Monday, April 6, 2009

Funny boy....


Lunes Santo, 17:54 de la tarde...Llevo trazando líneas desde las 8 de la mañana y sólo he descansado una hora para comer (un pollo al curry con piña, por cierto, que me ha salido cojonudo). Creo que se puede intuir mi estado neuronal y espero que, consecuentemente, comprendáis el porqué de mi ataque de risa al leer estas líneas:


jordi dice:
odio ir al peluquero tia

jordi dice:
cuatro pelos

jordi dice:
y me cobra 13 euros

jordi dice:
y luego además me veo rarisimo

jordi dice:
odio los cambios

jordi dice:
descuento para calvos ya!!!!!!!!!!

jordi dice:
es que es muy heavy

jordi dice:
el fill de puta ha tardado 10 minutos

jordi dice:
10 minutos

jordi dice:
he tardado mas yo afeitandome


jordi dice:
pero en serio


jordi dice:
no te parece serio el tema


jordi dice:
?


jordi dice:
que los calvos paguemos igual?


jordi dice:
porque pagamos igual


jordi dice:
¿cómo siempre?

jordi dice:
el cabron me pregunta que si como siempre...

jordi dice:
estoy por decirle que no


jordi dice:
que le tire imaginación

Observación: La foto es de hace 4 años....Su estado capilar, sin duda, ha empeorado. Aún así....¿Es pa quererlo o no es pa quererlo? (Que quede claro que he pedido permiso para colgar en público esta conversación privada.....Todo sea por una buena reivindicación de derechos).

Friday, April 3, 2009

Las ciudades y los intercambios

En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen.

Pasa una muchacha que hace girar una sombrilla apoyada en su hombro, y también un poco de redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, los ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura con otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que en un instante todas las combinaciones se agotan y otros personajes entran en escena: un ciego con un guepardo sujeto por una cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz, un efebo, una mujer descomunal. Así entre quienes por casualidad se juntan bajo un soportal para guarecerse de la lluvia, o se apiñan debajo del toldo del bazar, o se detienen a escuchar la banda en la plaza, se consuman encuentros, seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rozarse con un dedo, casi sin alzar los ojos.

Una vibración lujuriosa mueve contínuamente a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.

Las ciudades invisibles, Italo Calvino