
Y entonces, el reloj despertó pensando en todas las horas de la jornada que le quedaban por aprovechar. Acurrucado en las nueve menos cuarto de la mañana elaboró una larga lista con las mil cosas que haría durante aquel día y su maquinaria reluciente se llenó de emoción. Sus segundos se movían con júbilo y decidió salir de la cama......... Pero, al estirar los brazos y con los párpados aún a mitad de ojo, se dio cuenta de que ya eran las doce del mediodía....¿Cómo podía ser posible?
Sumido en una ligera decepción se resignó pensando que, al menos, haría la mitad de las cosas que había previsto. Así que, optimista, se fue a darse una ducha. Y cuál fue su sorpresa cuando al ir a coger el jabón de la bañera comprobó estupefacto que ya eran las seis y media de la tarde....¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba su tiempo tan preciado?
En un estado de absoluto desconcierto el reloj se dijo a sí mismo que, aunque ya estuviera avanzada la tarde, haría lo posible por llenar de acciones los minutos del día que le quedaban. No comprendía qué pasaba, pero seguía mostrando esa actitud positiva que caracteriza al que vive lleno de tiempo.
Decidió preparar algo de comer y, cuando estaba cortando un trozo del filete que con tanta ilusión había cocinado, se llevó la más grande decepción de aquel extraño día.......Eran las tres y cuarto de la mañana....Las tres de la mañana de un día que, inexplicablemente, había pasado dejando una sensación de vacío. Como si las horas se hubieran convertido en minutos y los minutos se hubieran escapado miedosos ante la posibilidad de sentirse ocupados....
Entonces, derrumbado, el reloj lloró....y lloró, y lloró. Y, de repente las lágrimas pararon su tiempo. Y miles de minutos y segundos quedaron suspendidos en el aire....
Y sin más, con lágrimas en los ojos, pero esbozando ya una acogedora sonrisa corrió a por su lista interminable y se dispuso a llenar de experiencias su tiempo suspendido.....
2 comments:
En ese tiempo suspendido querría estar de por vida, porque el devenir diario, tan rápido, no me deja ni pensar en mi, ni dejar que haga mil cosas. Mil cosas que me gustaría hacer.
Hoy ha sido uno de esos días.
Pondio.
nena, tu cuento no podría ser más bonito
...gracias...
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